Jóvenes Católicos

Los Santos inocentes nos llevan a preguntarnos cómo somos nosotros mártires en la vida cotidiana. El heroísmo de lo ordinario.

Juan era natural de la ciudad de Betsaida, la misma que también era otro de los grandes amigos de Jesús: Pedro. Juan era el menor de una familia en la que el hermano mayor era otro conocido del maestro, Santiago. Puede, no es de extrañar por la coincidencia de edades, que fuera Santiago quién conociera más el Señor, de todos modos, esto toca dilucidarlo a los expertos. Juan era un adolescente cuando conoció a Jesús y tenía, según cuenta la Sagrada Escritura, un carácter fogoso y entusiasta. Era, como lo dice el evangelio, el Hijo del Trueno.

Desde el primero momento los primeros cristianos hacen suyo ese mandato de vivir en familia: la multitud de los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, y nadie consideraba como suyo lo que poseía, sino que compartían todas las cosas.

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

Al detenernos en el momento del nacimiento nos damos cuenta que ese instante todo cambia. Ha llegado la plenitud de los tiempos y eso provoca perplejidad y asombro porque es el momento en el que ha entrado Dios en el mundo; el momento del cumplimiento de la promesa: estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Es tiempo de alegría porque es momento de acogida de la Gracia. Es momento de recordar, como nos dice el Salmo con el que se inicia la Vigilia de la Navidad que somos hijos de Dios, que con su sonrisa cándida nos ha atrapado el mismo Dios.

¿Cómo podemos ver a un Dios-escondido, Un Dios que aparentemente se vuelve vulnerable? Lo primero es que Jesús, el hijo de la Inmortalidad del Padre y de la Virginidad de la Madre, aparece, ante nuestros ojos, chiquitín. Jesús-niño, Jesús-adolescente: me gusta verte así, Señor, porque…me atrevo a más: Me gusta verte chiquitín, como desamparado, para hacerme la ilusión de que me necesitas.

Tenemos que ver es si queremos que venga el reinado de Dios a muestra alma: ¿Quieres? ¿Cómo lo pides? ¿Lo deseas?

Descubrir el amor requiere mirar con profundidad este maravilloso acontecimiento.

“¡Bendita Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa Tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

¿A que no sabes cuántas veces se repite la frase "no temas" en la Biblia? ¡365 veces, una para cada día del año! Así nos recuerda el Espíritu Santo que si "el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?", si "el Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?" (Salmo 26). Contamos con José Manuel Martínez, un joven lingüista que acaba de ser admitido a las Sagradas Órdenes.

“Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.

¡Llena eres de gracia, el Señor está contigo!

Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios.

Ya sabes que es viernes y toca disfrutar de Tres Minutos Contigo. Nosotros disfrutamos un montón e intentamos ir mejorando, siempre en camino. De eso hablamos hoy con el padre Samuel, del proceso de caminar. Además, comenzamos el camino del Adviento de cara al nacimiento del Niño Dios, ¡y en pleno año jacobeo! Todo esto por no hablar de que estamos iniciando un sínodo en la Iglesia para aprender a caminar juntos. ¿Te vienes?

Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros

XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario by Jóvenes Católicos

Con muchísima alegría comenzamos la segunda temporada, tú y yo. Y precisamente ese es el tema de este episodio de TMC: la alegría. Dialogamos con un colaborador tan especial como Alfonso de Alarcón, diácono de la Archidiócesis de Barcelona y diseñador industrial. La alegría es tan importante que muchos la consideran la cuarta virtud teologal. Es tan necesaria como el respirar y, para un cristiano, tan natural como la brisa de la tarde. Bienvenidos de nuevo a Tres Minutos Contigo, podcast de Jóvenes Católicos que seguirá emitiéndose cada dos viernes.

¡Cuidado con los escribas!

¿Qué mandamiento es el primero de todos?