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Sinopsis

  «Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes… y las pondrás entre tus ojos como frontales» (Deuteronomio 6:6-8) Una de las razones por la que Gloria y yo hemos visto los resultados que tenemos en nuestra vida y en nuestro ministerio, se debe a que cuando descubrimos lo que la Palabra de Dios haría en nuestras vidas, literalmente nos sumergimos en ella. Apagamos la radio y el televisor, dejamos a un lado el periódico, e invertimos cada momento de nuestro tiempo disponible leyendo la Palabra, escuchando enseñanzas acerca de la Palabra o meditando en ella. Al final, todo ese tiempo en la Palabra obró un poderoso efecto en nosotros. Empezó a revolucionar por completo nuestra vida, y a convertir el fracaso en éxito. Sin embargo, eso no sucedió de la noche a la mañana. Llevó tiempo. Muchos creyentes no comprenden ese proceso. Empiezan muy de